La tensión ha ido en aumento en White River. El inminente primer aniversario de la muerte de un motorista negro por el disparo de un policía local inquieta a una población económicamente deprimida y racialmente polarizada.
Se han pronunciado discursos incendiarios. Han empezado manifestaciones airadas. Ha habido casos aislados de incendios y saqueos.
En medio de toda esta agitación, un francotirador mata a un agente de policía y la situación se descontrola. El fiscal de distrito del condado acude a Dave Gurney, detective de homicidios retirado del Departamento de Policía de Nueva York, con una extraña propuesta: quiere que Gurney lleve a cabo una investigación independiente del homicidio y que le informe directamente a él.
Pese a tener algunos recelos sobre la singular oferta, Gurney termina por aceptar el encargo. Sus dudas se intensifican todavía más cuando conoce al tremendamente ambicioso jefe de policía local, en cuyos métodos agresivos y posiblemente ilegales podría hallarse el origen de la inquietud de los ciudadanos.
La situación en White River se vuelve realmente tensa cuando se producen más muertes en lo que parece ser una escalada de venganzas. Sin embargo, cuando Gurney se pregunta por la verdadera naturaleza de todo este baño de sangre y se centra en aspectos peculiares de cada uno de los homicidios, el fiscal del distrito le ordena desvincularse de la investigación.
Obsesionado con los indicios que no corroboran la versión oficial de los hechos, Gurney decide actuar por su cuenta. A pesar de la intensa oposición de la policía, así como de peligrosos fanáticos que acechan en las sombras, Gurney empieza a descubrir un asombroso entramado de engaños, entre ellos, lo que podría ser el plan de incriminación más diabólico jamás concebido.
La respuesta a esta tenaz investigación se vuelve cada vez más violenta a medida que Gurney se acerca a la verdad que se oculta tras los crímenes. Al final, cuando logra desenmascarar al monstruo que maneja los hilos, Gurney descubre que en White River nada es lo que parece.
MI OPINION:
Esta última entrega de la saga protagonizada por David Gurney es una novela algo compleja, ya que Verdon mezcla el conflicto racial en Estados Unidos con la corrupción policial de un pueblo en el estado de Nueva York que es dónde Gurney reside.
Una historia que pone en la palestra a todo un departamento de policía, al fiscal del distrito, al sheriff de la localidad y otros cargos importantes de la comunidad. Podridos hasta las cejas, la investigación se centra en una trama complicada y que, a pesar de que el detective retirado Gurney tiene claro el porqué de tanta violencia y tantos asesinatos, la camarilla que le rodea lo único que hace es entorpecer la indagación cuando ven que sus nombres pueden estar involucrados en las pesquisas que lleva a cabo.
El odio juega un papel muy importante en este relato y tengo que confesar que al principio se me hizo un poco pesada. El autor tiene que situarte en ese mundo anti-racial por lo que, obviamente a un lector español este tipo de conflictos nos parezca que estén en las antípodas de la sociedad española. Aún así, es un tema que puede surgir en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo.
La trama es buena, la investigación también, la resolución del caso es genial y como todas las novelas de John Verdon protagonizadas por Gurney me ha parecido buena, interesante y adictiva.
Me ha gustado bastante, he disfrutado con su lectura y por consiguiente, la recomiendo.
AGRADECIMIENTOS:
Desde este blog y esta modesta reseña quiero agradecer a Ana Kayena (líder del grupo de lectura #SoyYincanera), Silvia Fernández (Responsable de comunicación y prensa de la editorial Roca) y como no a la Editorial Roca, por haberme hecho llegar este ejemplar que he disfrutado leyendo y en consecuencia, poder opinar sobre él.