Huir parecía su única salida. Y lo era.
Rosaura Castán ha tenido poca suerte en la vida. Su madre murió cuando ella era una adolescente en un accidente y se culpa de esa tragedia. Ese hecho provocó el extrañamiento de su familia.
Desde muy joven aprendió a vivir sola; tuvo un niño, Adrián, fruto de una relación esporádica y a quien quiere con toda su alma. El muchacho era el hijo perfecto, excelente estudiante de la carrera de matemáticas, adoraba a su madre… aunque había cosas que no le contaba.
Cuando Adrián aparece asesinado en un parque de Madrid, Rosaura, literalmente, enloquece de dolor, hasta el punto de que, ciega de ira, arrolla con un coche a un joven conflictivo al que todo apuntaba como el autor del homicidio.
Rosaura es llevada a juicio y condenada a prisión por la muerte de un inocente. El asesino de su hijo sigue libre, así que la única obsesión de la mujer cuando obtenga su primer permiso penitenciario será encontrar como sea al verdadero culpable del crimen.
Un thriller bastante intensivo en el que no dejan de pasar cosas desde el principio. La protagonista es Rosaura, una mujer que no ha tenido una vida fácil.
Rosaura perderá a su hijo en un asesinato, embiste y mata con el coche a una persona que cree culpable, por lo que es condenada a prisión.
En un permiso penitenciario, Rosaura emprenderá una búsqueda frenética para intentar averiguar quien acabó con la vida de su hijo y no regresa a la cárcel, por lo que se convertirá en una fugitiva de la justicia.
La autora nos va a desvelar hasta donde es capaz de llegar una madre por un hijo y conseguir lo que quiere. A Rosaura no va a haber nada que se le ponga por delante y gracias a su intuición y testarudez llegará a buen puerto.
Los personajes están bien estructurados y la ambientación es buena. Buen desarrollo de la trama, con un giro final inesperado. La historia tiene un gran enganche y me ha gustado. Perfecta para pasar un buen rato con su lectura. Recomendable.
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