Manfred Baumann es un hombre solitario y socialmente torpe que se pasa las tardes bebiendo mientras alimenta su tóxica y retorcida obsesión por Adèle Bedeau, una seductora camarera del monótono Restaurant de la Cloche, en Sant-Louis, Alsacia. Pero cuando ella desaparece, Baumann se convertirá en el principal sospechoso del inspector Gorski, un detective al que le persigue el fantasma de uno de sus primeros casos, en el que dejó que condenaran a un hombre inocente por el asesinato de una chiquilla. El policía, atrapado en una ciudad de provincias y un matrimonio desapasionado, presiona a un Manfred rodeado de oscuridad y misterio a que se enfrente a los antiguos demonios de su atormentado pasado. La infatigable búsqueda de la verdad se convierte en un cúmulo de infortunios abrumador, tanto para el cazador como para el que realmente espera ser cazado.
Con todos estos mimbres el autor dibuja un obsesivo juego del gato y el ratón en una investigación policial que avanza entre aciertos y errores y donde las casualidades en forma de fatalidad son claves para la resolución del caso.
El protagonista ve fantasmas de forma persecutoria cuando en realidad su vida no despierta ningún interés hacia sus vecinos y sus secretos del pasado resurgirán a causa de la tozudez de un policía llamado Gorski que luchará para que la verdad salga a la luz.
Este escritor maneja con gran soltura el suspense desde la base de un meticuloso retrato psicológico de los personajes de la novela. Está mas hermanado con las novelas de Simenon que con las novelas de misterio en sí y añade atmósferas existencialistas y morales en todo el relato.
La desaparición de Adèle Bedeau es una intriga psicológica buena, un juego de espejos entre dos personajes principales muy bien construidos y cercanos. Un libro atemporal con calidad y destinada a los que no buscan una novela negra moderna de esas que desprenden fulgor en las librerías y desean una mas reposada y rica en detalles.
Es muy recomendable. Me ha gustado mucho.
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