lunes, 4 de julio de 2016

Angeles de granito de Esteban Navarro

En la España de 1975 Martín Heredia tiene 10 años y sufre una extraña enfermedad degenerativa que está corroyendo sus huesos por completo. Los médicos no tienen nombre (ni cura) para ese tipo de cáncer. Su aspecto es extremadamente delicado y cualquier golpe o caída puede tener consecuencias fatales por lo que la familia se encarga de ayudarlo a moverse y el niño siempre tiene que estar acompañado por alguien.

Aconsejados por sus vecinos (y gracias a una colecta que estos realizan para costear los gastos), los Heredia deciden trasladar a Martín desde Barcelona a Torremesina, un Santuario inaugurado por el rey Alfonso XIII en 1919 tras las apariciones de la Virgen. El lugar tiene fama por sus milagros y todos los Heredia (menos su hermana Sandra, que es descreída) ponen toda su esperanza en que la Virgen cure a Martín.

La familia emprende el viaje en coche y cuando llegan a la Loma Santa, una especie de urbanización de casas de granito a media hora del Santuario, les sorprende la desolación y atmósfera inquietante del lugar. Un fuerte chaparrón los deja aislados en el coche hasta que aparece Ezequiel, un anciano que los conduce a su casa. Ezequiel es el único habitante de la Loma Santa y su casa tiene una decoración de lo más peculiar e intrigante. Sin embargo lo que más llama la atención de los Heredia son los doce cuadros que decoran las paredes: de un lado 6 ángeles y del otro 6 demonios. Todo esto despierta una desconfianza instintiva en Juana, la madre de los niños, pero como no tienen otro sitio a donde ir acceden a la hospitalidad del anciano y deciden pasar la noche allí.

Al día siguiente, ante la sorpresa de todos, Martín baja las escaleras de la casa sin ayuda de nadie, mostrando una aparente mejoría de su salud que se verá confirmada por otras en los días siguientes. Sin embargo, poco a poco comienzan a ocurrir situaciones cuanto menos inquietantes. Una plaga de langostas se desata en la Loma Santa y el padre de Martín tiene una visión de un hombre con cabeza de saltamontes. A esta plaga le siguen una de ranas y otra de piojos. Por otra parte, parece que los ángeles están presentes de forma inquietante (y no sólo simbólica) en el entorno. Frente a la casa de Ezequiel aparece de pronto una figura de un ángel de granito, Chitriel, el azote de Dios, erguido sobre una columna. Cuando Luis, el padre del niño, le pregunta a Ezequiel para cerciorarse de que el ángel no estaba ahí el domingo anterior, cuando los Heredia llegaron, Ezequiel le confirma que no estaba y con voz misteriosa añade que se ha puesto ahí él solo. Días más tarde, ante la incrédula mirada de Luis, el Ángel se moverá ligeramente.

Ángeles de granito es una novela de misterio con toques de la literatura de terror que destaca tanto por su capacidad para crear suspense como por la imaginería que empapa cada una de sus páginas. Su trama está desarrollada y sostenida con una ejecución limpia, un estilo cuidado y los pertinentes puntos de giro. En ella, una familia fundada sobre un secreto del pasado viaja a un lugar inhóspito y misterioso donde poco a poco se van revelando los misterios que su historia encierra en medio de acontecimientos que recorren esa delgada línea que separa lo extraño pero explicable desde el punto de la ciencia y lo puramente sobrenatural y aterrador.


Esa idea de la fatalidad se une a otros temas como la culpa, la religión, los milagros, la mentira o la distinción entre el bien y el mal para conformar el marco conceptual de la historia.

Novela calificada de realismo mágico que destaca por su prosa cuidada y bien estructurada. Tiene un buen final. Hay momentos muy tiernos y en alguna ocasión inquietantes pero hacen una combinación perfecta. A mí me ha sorprendido gratamente ya que es un tema al que no nos tiene acostumbrado este autor y se nota que lo domina. Yo le animo a que nos deleite con mas historias de este calibre. Me ha gustado mucho y la recomiendo.

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