La vida de Marcial Lisón quedó marcada desde el mismo momento en el que el Asesino del café puso un pie en la ciudad de Cartagena. Conocer su identidad, dieciocho años después, lejos de haber supuesto un alivio para el inspector, hizo que descubriese que su pasado descansa sobre una mentira con la que es difícil convivir. Desde entonces, Sola, un galgo recogido junto a unos contenedores de basura, se ha convertido en su única familia. Su carácter hosco y alejado de lo políticamente correcto tampoco le ha permitido granjear grandes amistades; más allá de la de Zoe Ochoa, su compañera, y Sasha, una prostituta rumana con la que comparte algo más que sexo.
Despertar en el interior de su coche, frente al edificio de Sasha, sin recordar cómo ha llegado hasta allí, y descubrir que la han asesinado, solo será el comienzo de una vorágine autodestructiva que alcanzará su cénit cuando Marcial compruebe que Zoe lo ha traicionado.
Pero ¿por qué no recuerda nada de esa noche?
¿Cómo gestionar una investigación en la que las evidencias se empeñan en convertirlo a él en el principal sospechoso?
Estos interrogantes sumirán la existencia de Marcial Lisón en una ingobernable zozobra en la que estabilizar su vida y demostrar su inocencia se convertirán en su verdadera obsesión.
Esta novela es la segunda entrega de una serie protagonizadas por este peculiar inspector. Durante toda la investigación hace referencias al caso de la primera novela y te enteras de qué va el tema, sin profundizar, pero no molesta para nada, al contrario aclara muchos matices. Aunque es un caso totalmente distinto tiene tintes de conjeturar que este caso está conectado con el anterior, así mismo deja la puerta abierta para una tercera entrega.
El protagonista es un tipo SOLO en la vida, por esta razón le llaman así todos los compañeros de la jefatura de policía, con un demonio interior que sale en situaciones críticas y solamente le acompaña en su vida una galga que es la que le da fuerzas para salir adelante.
Una novela muy actual que se lee de maravilla y está muy bien escrita. Lo que más me ha gustado es que el inspector Marcial Lisón (alías Solo) es un policía diferente, con unos métodos poco ortodoxos, distinto a lo que hay hoy en día en la literatura policíaca, que se sale de los cánones y eso hace que la lectura resulte atractiva.
Gran descubrimiento y me ha gustado mucho. Me queda pendiente leer la primera entrega que se titula Muertes de sobremesa. Esta historia desde luego es muy recomendable.
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Gran descubrimiento para mi también este escritor. Deseando que llegue la tercera parte ya. Un beso.
ResponderEliminarPues si, estoy de acuerdo contigo. Una buena historia y muy entretenida. Besos.
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