Dos víctimas, la misma arma homicida, ningún motivo.
¿El crimen perfecto?
Justo antes de incorporarse a la policía de North Yorkshire, la detective Kate Linville decide aprovechar su último fin de semana libre para ir al spa que sus compañeros de Scotland Yard le han regalado en su despedida.
Kate está sentada en el tren, de camino a su destino, cuando aparece una chica perseguida por un hombre con una pistola. La rápida intervención de la detective desvía la trayectoria de la bala, pero el desconocido huye.
Días después, una profesora tiene un accidente con su bicicleta de montaña por culpa de un alambre colocado en el camino. La joven cae al suelo y, posteriormente, se oye un disparo.
El examen de los cartuchos incautados en ambos sucesos demuestra que el arma utilizada es la misma. La policía está convencida de que los dos incidentes están relacionados y que incluso podrían ser obra de la misma persona, pero estas dos mujeres no se conocían, no existe ningún vínculo aparente entre ellas. ¿O sí?
Kate Linville se hace cargo de inmediato del caso sin saber que su vida corre peligro.
Thriller psicológico muy entretenido con dosis exactas de suspense y que cada capítulo acaba con un momento justo de tensión para que el lector quede enganchado a la lectura.
Una red de secretos, culpas y misterio del pasado va entretejiendo una trama que al final del camino sorprende. Y es que la culpa al final te acaba atrapando.
Novela inteligente, bien escrita y llevada. A mí me ha gustado y sin pretender ser una gran novela es entretenida e ideal para pasar un buen rato. Se lee con gusto. Recomendable para los amantes del thriller y la investigación policial.
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