
En Del color de la leche, Nell Leyshon ha recreado con una belleza trágica un microcosmos apabullante, poblado de personajes como el padre de Mary, que maldice a la vida por no darle hijos varones; el abuelo, que se finge enfermo para ver a su querida Mary una vez más; Edna, la criada del vicario que guarda tres sudarios bajo la cama, uno para ella, y los otros para un marido y un hijo que no tiene; todo ello, enmarcado por un entorno bucólico que fluye al compás de las estaciones y las labores de la granja, que cobra vida con una inocencia desgarradora gracias al empeño de Mary de dejar un testimonio escrito del destino adquirido, al cual ya no tiene la posibilidad de renunciar.
Una original, inteligente y poderosa narración. Una historia ambientada en la inglaterra rural del siglo XIX donde se retrata de forma muy fiel el trabajo, la opresión y la miseria a la que estaban sometidos los campesinos y en el que las mujeres, analfabetas, tenían que someterse al despotismo de los hombres, ya fueran de la familia o no. Narrada con las palabras de una chica de quince años, que recientemente acaba de aprender a leer y escribir, el lenguaje es sencillo y llano, pero de una calidad excelente. Es una novela corta, dura, pero impactante y muy recomendable. Me ha gustado mucho.
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