En una árida playa de la isla de Fuerteventura aparece, en el maletero de un coche, el cuerpo sin vida de un bebé. No hay restos del conductor, no hay huellas, no hay denuncia, no hay, pues, caso. La policía quiere cerrar la investigación para evitar otro escándalo Madeleine McCaan. Pero no cuentan con Erhard, al que todos conocen como «el ermitaño»: tiene setenta años, nueve dedos, lleva casi veinte años de taxista en Fuerteventura, es afinador de pianos en sus ratos libres, un loco del jazz, algo bebedor, vive con dos cabras y, en sus momentos de relax, se sienta en una silla plegable que lleva en el maletero del taxi a devorar novelas. Es peculiar, solitario, muy observador y tiene un pasado oculto.Como la policía quiere dar carpetazo al caso sin apenas indagar, Erhard decide tomarse la justicia por su mano y honrar al bebé descubriendo lo que ha sucedido en realidad. El hombre mayor, ya de vuelta de todo, desaparece: ahora Erhard sólo quiere justicia y no se doblegará ante nada ni ante nadie para llegar al fondo de la cuestión.
Es una novela negra distinta a lo que estamos acostumbrados a ver en la oferta literaria. Yo la calificaría como hispano-nórdica. No es de lo mejor que he leído en este género. Al principio se hace monótona y empieza a enganchar hacia la mitad mas o menos del libro, sobre todo porque se empieza a desentrañar la trama. Es una lectura densa y para nada ágil y fresca. El desarrollo es lento. Aún así la tienes que acabar para ver hacía dónde te lleva el final.
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