Carla recibió la inesperada visita de su abuelo. Esa tarde Julio Bonnay estaba más raro que de costumbre. Hizo entrega a su nieta de un pequeño estuche de madera y le hizo prometer que lo custodiaría como si de su propia vida se tratase. “Es la llave a mis más oscuros recuerdos”. Una semana después de aquel misterioso encuentro, Julio Bonnay aparecería muerto en extrañas circunstancias.
¿Fue un suicidio?, ¿un asesinato? Carla, decidida a averiguar que sucedió realmente, recurrirá a la ayuda de las dos únicas personas en quienes podría confiar: Leo y Nora. Mientras, el inspector Eric Monaghan será quién tras diversas investigaciones, vaya desenmarañando un caso que no podrá olvidar fácilmente y que le traerá oscuros recuerdos.
De esta forma los tres amigos de juventud se verán inmersos en un peligroso episodio que bien podría parecerse a una de aquellas historias que, cuando eran niños, les contaba el abuelo Bonnay sentado en la repisa de aquel balcón de su casa. En aquel tiempo dejaban volar su imaginación mientras unas veces eran piratas, otras detectives o simplemente niños. Pero esta vez no estaría Julio Bonnay para relatar la historia, en esta ocasión la historia era real, y quizá no aguardaba un final feliz, quizá lo único que les deparaba era una muerte segura.
Buena trama, bien construida, con giros inesperados a lo largo de la novela. De fácil lectura y entretenida para pasar un buen rato.
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