
Con un estilo ágil lleno de referencias literarias -García Márquez, Auster, Orwell o Stephen King- e imágenes impactantes, Javier Castillo construye un thriller romántico narrado a tres tiempos que explora los límites del ser humano y rompe los esquemas del género de suspense.
A veces el destino nos pone a prueba para que sepamos que existe. Todo en la vida tiene su por qué, pero solo se conoce cuando miras hacia atrás.
Amor, odio, destino, extrañas prácticas, intriga y acción trepidante inundan las páginas de esta novela que no sé como calificarla, quizá compleja sería un adjetivo acertado. Escrita con saltos temporales está muy bien redactada dada la dificultad de esta manera peculiar de transmitir el desarrollo de la trama. Mantiene durante toda la narración la intriga para desembocar en un final redondo y alucinante, en el que subyace un amor puro y duradero. El autor juega con el lector todo el rato y va dejando pistas a modo de miguitas de pan (valga el símil) para poner a prueba la atención prestada. Es una historia original y muy bien llevada. Son de esas novelas que cuando acabas de leer dejan un poso para la reflexión.
Me ha gustado y sorprendido mucho.
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