Defender a Jacob es un magistral thriller legal en el que William Landay cuestiona los límites de un sistema judicial en el que los niños son tratados como adultos, pero, al mismo tiempo, es una soberbia novela psicológica sobre la devoción paterna, que plantea la escalofriante pregunta que ningún padre quiere responder: ¿hasta qué punto conocemos a nuestros hijos?
Una familia de clase media con una situación económica solvente, viviendo en un buen barrio de Boston, el marido con un puesto de trabajo importante y de repente su vida se desmorona porque el único hijo de la pareja se ve involucrado en un caso de asesinato, tanto que es acusado formalmente y llevado a juicio. Es un chaval de 14 años, pero le van a enjuiciar y a sentenciar como adulto. Un drama para el entorno en el que viven y el ambiente hostil que tienen que soportar.
Es una novela muy interesante de abogados y juicios muy entretenida en la que la solución al enigma es importante pero no tanto como el análisis y desarrollo de la justicia en Estados Unidos.
Diálogos ágiles y muy bien planteados, por lo que la descripción el juicio no se hace pesada.
Narrada en primera persona, por el padre, vamos conociendo las reflexiones del protagonista sobre el papel de los padres en la educación de su hijo. La duda está en el aire y eso a la pareja le pasará factura. También nos describirá las estrategias del abogado y fiscal (con sus errores y aciertos) que plantearán en el juicio.
La cadena Apple TV está emitiendo en estos momentos una adaptación de esta novela en formato serie de televisión por capítulos y la verdad es que pinta muy bien.
Una novela en la que nada es predecible. Se admiten apuestas. Y con final que para nada te esperas.
Para los amantes de este género, es un buen libro judicial y disfrutarán mucho. Es muy poco conocido, yo lo he descubierto a raíz de la serie y de verdad que lo recomiendo.
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