En el extremo más occidental de la Bretaña, a merced de las fuerzas elementales del océano Atlántico, se encuentra la hermosa, salvaje y verde isla de Ouessant.
Justo antes de la celebración del festival de música celta más importante del año, aparece el cadáver de un pobre músico ahogado. Una cruz de cera sobre la almohada de su cama, que remite a un antiguo y oscuro ritual isleño, es un claro indicio de que la muerte no ha podido ser accidental.
Dupin debe hacerse cargo del caso por encargo especial del prefecto pero un grupo de mujeres que viven un poco al margen de las normas y que han comprendido la importancia de lo invisible, no se lo ponen fácil al inspector.
El descubrimiento de otros dos ahogados y la desaparición de algunos objetos de valor convencen a Dupin de que un asesino está amenazando la paz de la isla.
En esta última entrega el inspector Dupin tiene que resolver el caso de un músico que aparece ahogado en la isla de Ouessant, la más occidental de la Bretaña.
Es una isla muy hermosa pero abrupta, salvaje y muy verde que depende de la fuerza del océano Atlántico. El clima es muy extremo y el mar siempre bravo hacen que esta isla sea única y que el lector aprecie su belleza singular.
Como en todas las anteriores entregas de esta saga, los paisajes de esta islas tan peculiares son un aliciente para el disfrute de la lectura.
Las tradiciones de la isla, la música celta, sus compositores, sus cantantes y sus instrumentos son elementos muy importantes en la trama.
Cuando está a punto de celebrarse el festival anual de música celta al que llegan muchos visitantes a la isla, el Atlántico devuelve a la costa el cadáver de uno de los músicos más famosos de la isla. Dupin es enviado allí para esclarecer el caso.
Una cruz de cera aparece sobre la almohada de su cama. Por lo visto, este símbolo remite a un ancestral y siniestro ritual isleño aunque esta costumbre actualmente está desaparecida. Todo apunta a que no ha sido un accidente y que la muerte podría haber sido intencionada.
El descubrimiento de otros dos ahogados en parecidas circunstancias y la desaparición de algunos objetos de valor convencen a Dupin de que hay un asesino en la isla y que hay que pararle los pies antes de que se les pueda escapar.
La investigación se va a ir complicando ya que un grupo de mujeres de la isla que viven un poco al margen de las normas convencionales, además amigas y compañeras del músico muerto, y el carácter algo huraño por parte de algunos de los habitantes de la isla no se lo van a poner fácil al inspector.
El final es inesperado y a lo largo de la investigación vamos a descubrir una serie de sucesos del pasado que llevan hasta el presente.
Las tradiciones, rituales y supersticiones celtas se juntan en una novela que es muy agradable de leer, atrayente por el escenario y con las dosis justas de intriga y misterio.
La figura de Dupin y su equipo forman un conjunto peculiar humano y como policías son muy eficaces en resolver los casos que se les presenta.
Novela muy entretenida que me ha gustado y la recomiendo.
Son novelas autoconclusivas por lo que se pueden leer por separado.
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